No hace tanto que el coche eléctrico se consideraba una quimera. Existía una gran cantidad de escépticos que describían la movilidad eléctrica como una promesa vacía y sin credibilidad. Estos non-believers (generalmente enamorados de los sonidos más clásicos y ruidosos de la automoción), aunque diezmados en número, siguen existiendo. La diferencia fundamental es que cada vez quedan menos motivos para no decantarse por la electrificación.
Y es que los motores eléctricos ya están en nuestras calles. Han llegado para quedarse. Las desventajas con las que se criticaba a la movilidad eléctrica van, poco a poco, esfumándose a medida que los fabricantes lanzan su apuesta eléctrica definitiva. Nunca fue tan fácil «acostumbrarse» a lo eléctrico.
Una electrificación a medida de cada conductor
Una de las primeras compañías que ha contribuido a derribar estereotipos y falsos mitos sobre la electrificación es Hyundai. El fabricante coreano no fue el primero en lanzar un modelo eléctrico con miles de matriculaciones tempranas. Sin embargo, sí que se puede considerar como el más avanzado en ofrecer una hoja de ruta creíble con una gama de modelos eléctricos que se adapta al perfil y hábitos de casi cualquier conductor.
El devenir de la industria ha demostrado la valía de esta estrategia. No hay más que observar cómo han terminado muchos de aquellos primeros modelos 100 % eléctricos e híbridos enchufables. Naufragaron en el mercado o tuvieron que actualizar su tecnología a marchas forzadas, a riesgo de quedar obsoletos en un lapso muy corto de tiempo.
¿Por qué la movilidad eléctrica vive su gran momento?
Aun así, la movilidad eléctrica continúa su curso, motivada por una tecnología cada vez más puntera que complementa a los motores térmicos gracias a su superior eficiencia, rendimiento y beneficio medioambiental.
Este último ha sido uno de los grandes impulsores. Las autoridades de la Unión Europea no han dejado de imponer requisitos cada vez más exigentes para los coches de combustión. Las sucesivas normas Euro, junto a los límites de emisiones de dióxido de carbono (CO2) han guiado al sector de la automoción por nuevos, inexplorados y eléctricos caminos.
Así, mientras que en 2015 se acordó que la media de emisiones de CO2 de los modelos de cada fabricante no debía superar los 120 g/km, en 2021 (tras retrasarse un año), el límite baja hasta los 95 g/km. Incumplir esto significa penalizaciones millonarias.
Mientras que los 120 g/km fueron relativamente sencillos de alcanzar implementando los motores térmicos, se está comprobando que llegar a los 95 g/km solo es posible si se introducen en la ecuación las motorizaciones eléctricas.
Además, la tendencia de la UE apunta a que el panorama seguirá endureciéndose. Ya se plantea un límite de 47,5 g/km para 2030, algo que para muchos expertos ya supone el giro y la frontera definitiva entre la era del motor de combustión y el eléctrico.
Si es el momento de dar el paso, ¿cómo hacerlo?
La presión de las autoridades es lo que ha propiciado que en la actualidad tengamos una oferta de modelos electrificada muy heterogénea. Existen soluciones para la inmensa mayoría de conductores y familias, y también para sus bolsillos.
Porque el precio de los modelos eléctricos se está reduciendo (gracias, en buena media, al esfuerzo de los fabricantes y proveedores con las baterías y por las economías de escala a través de plataformas modulares) y las ayudas, como la del Plan MOVES, persisten en el tiempo pese a su irregularidad estacional.
Un paradigma para el mercado lo encontramos hace cuatro años, en 2016 con el Hyundai IONIQ, primer vehículo en la historia en ofrecer tres versiones: 100 % eléctrica (BEV), híbrida (HEV), e híbrida enchufable (PHEV).
Híbridos enchufables: una opción actual y realista
Dentro del amplio panorama en el que se debate la movilidad eléctrica actual, los híbridos enchufables son los modelos que mejor facilitan el salto a lo eléctrico. Situados entre los vehículos de combustión y los eléctricos puros, los híbridos enchufables combinan las virtudes de ambos mundos, salvando sus principales desventajas.
Esto los convierte en modelos ideales. Pueden circular en modo 100 % eléctrico en trayectos cortos y con la eficiencia de un híbrido en trayectos largos.
La motorización eléctrica va alimentada por una batería de iones de litio más reducida que la de un modelo exclusivamente eléctrico, pero otorga una autonomía eléctrica suficiente para los desplazamientos diarios en ciudad o zonas interurbanas. Es decir, podemos conducir solo con energía eléctrica y, por tanto, ahorrando un coste considerable en gasolina.
En el caso del Hyundai IONIQ híbrido enchufable, monta una batería de 8,9 kWh que le permite alcanzar los 52 kilómetros de autonomía de media bajo el más realista ciclo de homologación WLTP. Esta homologación de autonomía se eleva hasta los 66 kilómetros en vía urbana. Además, gracias a ello ostenta la etiqueta CERO de la DGT.
La experiencia de un motor dual
Sin embargo, el ahorro y el coste de un modelo en propiedad no lo son todo. Las sensaciones que transmite cada modelo al volante influyen a la hora de invitar a su conducción.
En ese sentido, todavía hoy merodean por los concesionarios ciertos mitos sobre los modelos electrificados. Vienen amparados por los defectos de musculatura de algunos de los híbridos más clásicos y renombrados de la anterior década.
Se trata de una etapa que ya está superada (y de qué manera). Solo hay que probar un modelo híbrido enchufable como el Hyundai IONIQ para experimentar de qué clase de rendimiento hablamos. Si a principios de este milenio nos hubieran insinuado que podría existir un coche con 141 CV, una aceleración de 10,6 segundos a los 100 km y un consumo de 1,1 l/100 km, habríamos creído que se trataba de un imposible o de una broma.
El brío que aportan las dos motorizaciones en conjunto convierte a los híbridos enchufables en los únicos modelos capaces de superar a sus equivalentes térmicos en prestaciones de conducción sin ofrecer dudas sobre los límites de su autonomía.
Facilitando la adaptación en la conducción…
Por tanto, los híbridos enchufables consiguen ponernos las cosas fáciles a la hora del cambio. Relacionada profundamente con el rendimiento del Hyundai IONIQ híbrido enchufable encontramos su transmisión dual de doble embrague (DCT).
La virtud de esta tecnología es que aumenta la facilidad a la hora de conducir. A esto hay que sumarle la integración de las levas de cambio en el volante. Presentan diversas funciones según el modo de conducción elegido. La facilidad en este punto es que permiten cambiar de marcha de forma manual en el modo más deportivo (SPORT) o gestionar el sistema de frenada regenerativa en modo ECO.
Esto no es más que un ejemplo más de cómo fabricantes como Hyundai están volcando una mayor carga de tecnología y prestaciones en los modelos electrificados, algo que está estimulando el cambio de paradigma en la conducción.
… y facilitando la necesaria transición en la movilidad
Lo que para los conductores son ventajas que considerar a nivel individual, para el transporte arrojan grandes beneficios.
¿Hemos hablado de los 47,5 g/km planteados para 2030? La última versión del Hyundai IONIQ híbrido enchufable logra unas emisiones de 26 g/km, adelantándose a la revolución eléctrica que viviremos esta década.
Las ciudades actuales dirigen un cambio hacia modelos de transporte más limpios y que solventen los problemas de contaminaciones relacionados con el transporte. En los años anteriores, ya hemos visto las primeras etapas de ello en España, con las áreas que limitan la circulación a los modelos más contaminantes en Barcelona o en Madrid.
No es ningún secreto que las autoridades, al pulso que les exige la UE y siguiendo el ejemplo de otras grandes ciudades europeas, sigan planificando escenarios más restrictivos. En estos, el coche electrificado está llamado a jugar un papel protagonista.
Es cuestión de tiempo que los modelos eléctricos crezcan hasta dominar del todo las calles. Las urbes noruegas sirven de ventana de lo que puede ser el futuro próximo. Modelos como el Hyundai IONIQ híbrido enchufable están contribuyendo a acercarnos hacia allí. Mientras, los escépticos guardarán, cada vez más, un silencio eléctrico.