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SUV (Sport Utility Vehicle) son las siglas que han dominado la industria de la automoción desde el inicio de este milenio. Consolidados en un segmento propio, han ido atrayendo devotos con el paso de los años, pero también evolucionando para marcar el pulso de la industria.

Con el paso de los años y hasta hoy, el segmento de los todocaminos ha pasado de ser un «cajón de sastre» en el que se mezclaban diversas concepciones inter-segmentos, diseños toscos, funcionalidades y motorizaciones centradas en la combustión; a entronarse en el mercado y ser receptores de las últimas innovaciones.

En ese sentido, sus matriculaciones han ido incrementándose hasta ser el tipo de vehículos más vendidos. En España, lograban ese hito en el primer semestre de 2020. Según datos de ANFAC, la cuota de mercado de los SUV superaba por sí sola al resto de vehículos.

Dos años después, la tendencia se mantiene. En lo que va de año, siete de los diez modelos más vendidos en España son todocaminos. El más matriculado es el Hyundai TUCSON, con 18.749 repartidas hasta el mes de octubre.

Las cuatro generaciones del todocamino de Hyundai ilustran a la perfección la consolidación de un segmento que ha sabido convertir la inversión en innovaciones prácticas, versátiles y sostenibles. Para comprobar esto, nada mejor que buscar el origen y las claves que han aupado a los todocaminos.

Un poco de historia SUV

Los primeros SUV datan del período de entreguerras del siglo XX. Las primeras concepciones tuvieron que ver con un uso militar. Los ejércitos que participaron en la última de las Guerra Mundiales se veían necesitados de todoterrenos algo más ligeros para labores de transporte de tropas o exploración.

Tras la guerra, los todocaminos persistieron un par de décadas más dentro del ámbito militar, hasta que en la década de los 60 y 70 algunos fabricantes optaron por adaptarlos a otro tipo de batallas más mundanas. Comenzaba una evolución técnica en muchos aspectos: en la propulsión, reblandeciendo las suspensiones o en el campo del confort.

Años 90, Estados Unidos

Sin embargo, los orígenes de la tendencia que vivimos hoy con los SUV los encontramos en la década de los 90 en Estados Unidos. Una serie de giros regulatorios por parte de la administración de este país benefició a los todocaminos y a los fabricantes que empezaron a apostar por ellos. En pocos años, pasaron de ser un nicho de mercado a copar más de la mitad de las ventas de EEUU.

La primera edad dorada de los SUV

Ahora bien, los SUV que triunfaban con el cambio de siglo poco se parecían a las últimas tendencias que vemos hoy en nuestras calles. Los principales rivales en el mercado fueron los monovolúmenes.

Y es que los todocaminos ofrecían una nueva y fresca imagen de seguridad (pese a su altura y masa), fiabilidad gran habitabilidad. Estos valores se envolvieron en unos vehículos más lujosos que el típico monovolumen (segmento que ahora también adquiere prestaciones y acabados premium), lo que implicaba un precio superior.

Poco a poco, ese tipo de prestaciones más exclusivas fueron recalando en vehículos SUV más accesibles, al tiempo que aportaban más ligereza y versatilidad en diferentes terrenos y situaciones que los monovolúmenes. Los últimos no tardaron en recibir la etiqueta de aburridos.

Fue por entonces cuando asistimos al nacimiento de varias sagas de SUV, como la del Hyundai TUCSON. El primer TUCSON llegó a España en 2004, y un año más tarde se convertía en el SUV más vendido del mercado.

Por entonces, el segmento de los todocaminos comenzaba a mostrar los primeros síntomas de la fiebre que desataría años después. Esos primeros SUV, con el TUCSON a la cabeza, mostraban una carrocería de líneas curvas y más afables de lo habitual, adelantando esa idea de ser todoterrenos ligeros válidos y seguros para transitar en vía urbana.

Eso sí, costaba todavía ver este tipo de vehículos fuera de caminos y pedregales. Por ejemplo, su exagerado frontal o altura al suelo no le permitía terminar de sacudirse esa imagen de ser un vehículo poderoso y fiable, pero no tan familiar.

Redefiniendo la personalidad SUV

Tras esto, la siguiente etapa SUV sirvió para que el segmento pasara de la adolescencia a la madurez. Los modelos fueron sofisticándose, suavizando aún más sus líneas.

Asistimos a un verdadero ‘boom’ de opciones dentro del segmento. Su éxito, por cierto, ayudó a suavizar las consecuencias negativas que la crisis económica de 2008 acarreó al sector de la automoción.

Una tendencia, por lo general abrazada por varios modelos, fue la de ir ganando longitud, al mismo tiempo que se perdía altura. Esta última era una de las señas de identidad de los SUV, pero también uno de los puntos débiles al que apuntaban sus detractores, al esgrimir que este factor los hacía menos seguros e inestables en carretera.

Ante esto, los fabricantes trabajaron para reducir algo su distancia al suelo, pero sin perder su esencia. Al mismo tiempo, se trató de mantener la elevada altura del puesto del conductor, cuyo mayor campo de visión sí beneficia a la seguridad.

A la conquista de las familias

En lo que respecta al TUCSON, en Europa cambió la denominación y fue rebautizado como Hyundai ix35 en la segunda generación, para en 2015 volver con el apellido TUCSON con una tercera generación.

En ese paso generacional del TUCSON encontramos algunos de los patrones de los que han dependido su supervivencia y éxitos en el mercado. Uno de los más sonados es la de ir incrementando el volumen de su interior.

Con el paso de los años, los ingenieros han ido sondeando fórmulas para, sin incrementar en exceso las dimensiones, procurar más espacio. Una habitabilidad que progresivamente les ha ido dando un cariz más familiar. Para dar con ese propósito, la batalla de los modelos (la distancia entre los dos ejes) ha ido en ligero aumento.

Otra cifra que ilustra lo perseguido y alcanzado con los todocaminos la encontramos con el volumen del maletero. La tercera generación del TUCSON, en 2015, conseguía llegar a los 513 litros. Hoy, el Hyundai TUCSON de cuarta generación posee 620 litros, pudiendo llegar a los 1.799 litros con la segunda fila de asientos abatida.

A vueltas con las emisiones

Hasta ahora, poco hemos hablado de sus motorizaciones. Y es que, la primera apuesta con los SUV se centró, no tanto en la eficiencia, como en ofrecer una variedad de motores que digirieran con éxito y soltura los sistemas de tracción total y, a la par, fueran competitivos. Esto, en Europa, significaba diésel.

En el último lustro de la anterior década, la tendencia se invirtió. La normativa comunitaria sirvió de primer acicate para la electrificación, pero también supuso una amenaza para un mercado completamente dependiente de los combustibles fósiles.

La UE, a la hora de calcular la media de emisiones, tenía (y tiene) en cuenta la masa de los vehículos como un factor que penalizaba. Precisamente, los SUV no son vehículos ligeros. Esto provocó muchas polémicas en la industria, junto a la búsqueda de fórmulas para salvar multas y poder superar los objetivos de emisiones de 2021.

Algunos optaron por dar con modelos menos pesados, exprimiendo de forma desaforada la concepción ‘crossover’. Otros, se centraron en apurar lo que ofrecía la tecnología al servicio de la combustión, con nuevos filtros de partículas, sistemas Start-Stop, más fórmulas de urea, GLP, etc.

La electrificación de los SUV

En ese sentido, los fabricantes que apostaron de inicio por una variedad de propulsores eléctricos son los que hoy recogen los frutos de esa inversión.

Antes de que llegara esta década, Hyundai entendió que el cambio hacia una movilidad más limpia era inevitable y que era necesaria una hoja de ruta que permitiera, no solo a los fabricantes, sino también a los conductores, adaptarnos al coste de los nuevos motores.

¿Cómo era posible que los SUV quedaran fuera de la electrificación? El éxito de ventas de la cuarta generación del Hyundai TUCSON se explica por esa diversificación de motores que los coreanos comenzaron a plantear durante la anterior década. El SUV presenta dos versiones de gasolina y una diésel (ambas con sistema Mild Hybrid de 48V opcional), una versión híbrida (HEV) y otra híbrida enchufable (PHEV).

Al mismo tiempo, la concepción de tratarse de un modelo polifuncional, civilizado y con aspiraciones familiares ha hecho ganar más enteros al segmento SUV.

En el caso del C-SUV, casos como el del TUCSON muestran el esfuerzo de los fabricantes por conciliar un equipamiento con múltiples toques premium con un precio asequible. Así, Hyundai también se ha adelantado a dotar a su todocamino de la suficiente carga tecnológica, desde novedades como las luces paramétricas que dominan la estética de su frontal, hasta la consolidación de los sistemas de asistencia a la conducción y multimedia.

Con esto, queda patente lo que los modelos SUV han ido transmitiendo al mercado desde los inicios de su época dorada. Tiene que ver mucho, no tanto con modas pasajeras, sino con responder a las necesidades de movilidad de cada momento, contribuyendo a integrar en el cambio a los propios conductores.